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Entre el Cortisol y la Dopamina: El tatami y el dojo

  • Foto del escritor: Shingitai Dojo
    Shingitai Dojo
  • 25 oct
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 26 oct

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La vida en la sociedad contemporánea nos arrastra a un estado dual: la tensión incesante del estrés crónico y la seducción constante de la recompensa inmediata. Las exigencias, la competencia y la sobrecarga diaria mantienen al cortisol, nuestra principal hormona de alerta, en niveles perjudicialmente elevados.


Hoy, la presión es omnipresente: en el ámbito personal, laboral, físico, mental e incluso espiritual. El statu quo eleva el éxito a un pedestal que masivamente es inalcanzable, definiéndolo (el éxito) únicamente como la victoria, el trofeo y la supremacía. A este frenesí se suman los medios de comunicación y las campañas de marketing sin conciencia, que nos bombardean con el imperativo de "be perfect", insinuando que cualquier cosa menos que la excelencia es un fracaso personal.


Frente a esta presión, el otro extremo nos ofrece la solución rápida: la gratificación sin esfuerzo, la "dopamina barata". Es el placer inmediato que encontramos en el doomscrolling sin fin, el zapping compulsivo o el consumo instantáneo.


Todo este análisis me reafirma en el valor fundamental del Dōjō y nuestra práctica marcial.


El Tatami opera bajo reglas distintas. Aquí no hay recompensas instantáneas; no existe la falsa democracia del absurdo, ni la obsesión por el combate que solo busca el título. En el Dōjō, solo estamos nosotros con nuestro Gi, en un encuentro honesto y constante con nuestro ego, con el fin de comprendernos y adaptarnos.


En este espacio, coexisten la perseverancia y la disciplina, y el verdadero logro solo se alcanza a largo plazo.

El desafío, entonces, es llevar esta filosofía fuera del Tatami, a nuestra vida cotidiana.


Todos tenemos una válvula de escape, una forma de "hackear" la realidad: para algunos es la comida, para otros el alcohol, la indolencia, la desconexión tecnológica, e irónicamente, para algunos puede ser incluso el arte marcial mismo.


Por ello, la invitación para mi y para ustedes es a perseverar: si la vida te abruma, ven al dōjō; si la alegría te desborda, ven también; e incluso si la voluntad flaquea, ven. Tal vez ese día crucial se vislumbre algo nuevo. Y si la asistencia es imposible, que la práctica del Sanshin no Kata y el Kihon Happō sea tu ancla.


La vida es un Sudoku que debe resolverse a diario, paso a paso.


Se debe lograr de forma natural y sin presiones artificiales, equilibrar Los picos de cortisol y la recompensa inmediata de la dopamina, esto nos ayudará a sentirnos más plenos, más dueños de nosotros mismos y libres de culpas innecesarias.


¡Gambatte Kudasai!

 
 
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